Encontrando el sentido Cap. VII -los amigos-

los amigos

Como les contaba en capítulos anteriores, con el Yoga llegaron también los amigos yoguis, unos pasaron y otros llegaron, para quedarse.

Cuando surge una amistad basada en lo espiritual, difícilmente se rompe; probablemente sufre distancias, por la propia humanidad de cada uno, pero jamás se rompe.

Habíamos formado un gran grupo de jóvenes entusiastas por la práctica del yoga y la meditación. Amigos y amigas de varias ciudades del país, con los cuáles aún me contacto, y compartimos vida.

Ahora te contaré sobre aquellas hermanas que me regaló la vida, las gopis. Así fuimos nombradas, en broma, por varios compañeros de la escuela de Yoga, haciendo referencia a las devotas que adoraban a Krishna.

En el capítulo “agua fría, agua caliente” hago referencia a que nosotras no nos perdíamos ni un retiro, ni celebración especial, además hacíamos meditaciones grupales en nuestras casas, y también nos juntábamos: para ir al cine, conciertos, cumpleaños, viajes, y más adelante, matrimonios, bautizos, cumpleaños de hijos… una verdadera hermandad que se mantiene hasta hoy.

Vienen a mi mente varias anécdotas de los viajes, clases, retiros y prácticas.

Recuerdo un día regresando de un retiro en Baños. Veníamos muy felices relajadas, dichosas, que parecía que volábamos entre nubes. Y es que ese efecto era el que lograba las convivencias-retiros, la práctica de asanas, prāṇāyāmas, meditación, los baños termales, las charlas espirituales; lograban dejarnos muy relajadas en cuerpo, mente y espíritu.

Y así, flotando en las nubes comentábamos que sentíamos tanta paz, nos sentíamos desapegadas de este mundo... plenas; que, si en ese momento dejábamos el plano físico, lo haríamos sin miedo. Hasta que…

Nos detuvimos en el baño de una gasolinera, y de pronto vimos que un carro comenzó a incendiarse, nos subimos inmediatamente al carro 🚗 y salimos asustadas, lo más rápido que pudimos. Nos reímos muchísimo comentando: “lo bueno es que no teníamos miedo a morir” 🙃

Se dice que nunca estamos preparados para morir, que el apego más grande que tenemos es a nuestro propio cuerpo. La salvedad es que, según las escrituras, los sabios y Maestros; la meditación, en la medida en que profundicemos en ella, nos prepara para dar ese paso tan crucial e intransferible, de manera consciente.

Los amigos espirituales nos acompañan en el camino, nos vamos ayudando unos a otros. En la vida se van presentando situaciones que, sin darnos cuenta, nos pueden alejar de las prácticas, y resulta muy irónico que cuando más las necesitamos, menos las llevamos a cabo. Y en ese preciso momento es que el amigo espiritual se hace presente, muchas veces solo el recuerdo de su presencia nos levanta del suelo y nos empuja a seguir caminando.

Existen además, aquellos amigos que están un poco más avanzados en el camino, aquellos que sirven de inspiración para continuar con la práctica. Son los que, si te ven alejada o alejado del sendero, se las ingeniarán para hacerte regresar.

Nos vemos en la próxima entrega donde justamente profundizaré sobre este tema.

Continuará…

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