Perder, Perdemos, Perdimos, Perdí, Perdiste…
Y en este verbo podemos quedarnos bloqueados; conjugándolo en todos los tiempos…
Aunque existen herramientas y artilugios que podemos usar, para reencontrarnos después de las pérdidas o de perdernos; tendemos a movernos hacia el otro lado y nos adentramos a la espesura de bosques emocionales, que siempre son del pasado. Nos vemos enfrentados a bestias, acantilados, a torrentes y crecidas de ríos, ante todo lo que combatir, muchas veces, parece un fardo si no encontramos las defensas adecuadas.
He revisado que, de todas las pérdidas, la de perder los límites dejando salir al ser iracundo que habita en nosotros es la más temible. La buena noticia es que es en la que podemos trabajar, para que el habitante irascible no encuentre cobija, alimento, ni calidez, para quedarse viviendo siempre en nuestro adentro.
La práctica del Yoga en su forma de Haṭha, el cumplimiento de los preceptos con los demás y con nosotros mismos y, por supuesto la meditación nos interioriza constantemente y brinda, a cada uno de los practicantes, beneficios palpables, herramientas útiles, pero sobre todo un estado de Consciencia que nos lleva a silenciarnos, y así escuchar al presente, el minuto, el instante, al Hoy…
El Yoga nos lleva irremediablemente a la quietud, y con ella ir reconociendo la paz que puede habitar, por siempre en nosotros. La condición, para que eso suceda es el constante e interminable ejercicio de la respiración Consciente que conduce y nos mueve hacia tierras fértiles, con lluvias generosas que, junto con el Sol ponen en el horizonte al arco Iris, una vegetación fructífera que da alimento, para el cuerpo, la mente y el espíritu.
Cuando vivía en Quito, a causa del frío fui armando en uno de los dormitorios un lugar, para sentarme a respirar y meditar. Pero el espacio era pequeño, para, también, realizar ejercicios. Fui encontrando el espacio dentro de la casa, y así lograr calentar y estirar al cuerpo, para estar más cómoda en la relajación y luego sentarme a respirar conscientemente.
Los días iban pasando y no era fácil realizar esta disciplina diariamente porque no coordinaba bien las actividades rutinarias, para poder darme ese espacio. Me fui percatando que funcionaba de forma óptima, temprano, por la mañana, lo cuál mantengo hasta hoy.
No obstante, esta claridad no hizo que mi práctica fluyera siempre de la misma manera y que suceda a diario, tampoco. Ha sido un pasar 20 años, aprendizaje y un proceso adaptativo, pues al pasar el tiempo cambian, inclusive, las condiciones físicas. Ir encontrando el cojín adecuado, realizar los ejercicios pertinentes, para la apertura de caderas y acomodar el cuerpo de tal manera que no se duerman las piernas o se incomode la espalda, y que toda esta molestia distraiga la mente desvaneciendo así, la conexión que logras al inicio de la práctica.
He aprendido que el cuerpo se va adaptando mejor a la rutina y la mente se va calmando en menor tiempo, pero también aprendo que cada día que me levanto y me dirijo hacia el lugar de mi práctica es una aventura diferente a la de ayer. Existen avances, estancamientos y retrocesos según pongas atención e intención soberanas a esta forma vivificante de estar en la vida.
Los resultados solo son vivenciados por ti y las personas que están en tu entorno, quienes comienzan a obtener evidencia en tus cambios de hábitos y comportamiento. El propósito debe ser firme y no abandonar la práctica personal sea cual fuere el resultado; siempre sentirás que tu vida es mejor; estando oxigenada, atenta, dinámica, clara mentalmente; logrando empatía y compasión.
Desde que conocí cómo respirar y en general, la práctica del yoga, he recorrido camino de prueba, ensayo – error, nuevos comienzos, aunque nunca se vuelve al 0 (cero). Quien conoció el yoga, lo retoma en algún punto de su vida.
Ahora sí; con el cuerpo armonizado por los estiramientos de extremidades, articulaciones, músculos y tendones, busca acomodarte en el cojín o silla, cierra los ojos e inicia la respiración diafragmática de forma consciente:
1.- visualiza cómo ingresa el aire por las fosas nasales y se dirige hacia el abdomen
2.- retrae el abdomen y observa cómo el aire va saliendo poco a poco a través de la nariz;
3.- siente la temperatura del aire cuando entra y cuando sale de tu cuerpo; al ingresar es fresca y al salir es tibia.
4.- ve sintiendo el cambio del cuerpo al recibir este oxígeno entregado en las cantidades adecuadas, en el ritmo adecuado y con la disposición adecuada.
5.- estarás consciente del momento presente, de estar en el aquí y el ahora
6.- irás llenando tu mente de paz y los ritmos del corazón y de todo el cuerpo, se calmarán.
7.- no dejes de observar y sentir cada movimiento respiratorio
8.- deja que los pensamientos que te invaden se vayan solos, no pelees con ellos; haz que se deslicen de tu mente y vuelve a atender la respiración
9.- esboza una leve y suave sonrisa en tu rostro
10.- siente agradecimiento por darte esa oportunidad de hacer un paréntesis en la rutina diaria.
Om Shanti Shanti Shanti Om
Exelente motivación. Es una invitación a volver a mirar nuestro interior si lo hemos dejado por A o B motivos. Gracias
Feliz año Rebeca. Gracias. Cada persona tiene tiempos y un proceso particular. Fluya en su corriente.
Lorena – Durga Ma
Gracias Durga Ma muy interesante y enriquecedor
Gracias Patt. Felicidades para esta nueva vuelta que nos proponemos para estos 3 patitos 2022. abrazo
Hermoso Durga Ma, muy acorde a lo que estoy viviendo, gracias.