“Son necesarios cuarenta músculos para arrugar una frente, pero sólo quince para sonreír” ― Swami Sivananda
Dedicado a todos mis compañeros del TTC, con quienes compartí este maravilloso mes.
Necesitaba más herramientas para poder compartir con otros, la práctica de yoga. Encontré en internet la información del Centro Sivananda, quienes imparten , anualmente, cursos de diferentes tipos, entre ellos estaba el profesorado de yoga, donde durante 1 mes te preparan para dictar clases, y más aún, pienso yo, te dan la oportunidad de conocerte, de vivir la experiencia del yoga 24/7.
Como les conté obtuve un préstamo para poder viajar a Argentina y realizar el curso. Tuve el chance de irme unos días antes y conocer un poco de Buenos Aires, como bien me sugirió el oficial de crédito, me fui con una gran amiga con la cual la pasamos SÚPER: La Plaza de Mayo, el estadio de boca, San Telmo, Caminito, la orquesta Sánchez Fierro, show de tango; fueron algunos de los sitios donde estuvimos y disfrutamos. La comida: empanadas, pastas, vinos, cerveza Quilmes, soda de toronja… 😋
Acabando lo de Buenos Aires, llegué a Mar del Plata, al sitio del retiro-curso. Un bosque hermoso alejado de la ciudad. Mi amiga me acompañó hasta la puerta del sitio, quería asegurarse de que yo me quede en el lugar correcto ja ja ja.
Iban llegando al sitio, los otros estudiantes desde Uruguay, Paraguay, México, Venezuela, Colombia, Chile y Argentina, por supuesto. Nos dieron nuestras habitaciones y nos asignaron a las compañeras de cuarto. A la mañana siguiente fue la bienvenida formal, la entrega del manual de estudio, el uniforme y las actividades (karma yoga) a realizar durante el mes; hubo una linda ceremonia de iniciación. Todos muy emocionados de comenzar esta aventura. Creo que ninguno sabía exactamente lo que experimentaríamos esos días.
El día comenzaba a las 6:00 am con la meditación y oraciones de la mañana, a continuación nos daban la clase de Hatha yoga, (pranayama y asanas) luego a las 10:00 am tomábamos el desayuno-almuerzo donde podías comer frutas, cereales, tomar yogurt y además comer arroz, lentejas y vegetales. Al principio me fue difícil ajustarme a este tipo de alimentación, se me hacía muy raro ingerir comida de almuerzo a esa hora, pero todo tiene un por qué.Al alimentarnos solo 2 veces al día con este tipo de comida, el cuerpo permanece más tiempo ligero lo cual es beneficioso, para la mente.
Continuando con nuestra rutina diaria, a las 12:00 tomábamos la clase de filosofía, luego, a las 14:00 la clase sobre el Bhagavad Gita; a las 16:00 Hatha yoga, nuevamente, pero esta clase iba enfocada a cómo instruir. A las 18:00 teníamos nuestra siguiente comida y a las 20:00 meditación y satsang. El satsang es el momento en que, luego de la meditación se lee algún texto o hay una reflexión sobre un tema en particular. Este tiempo era muy enriquecedor pues era ahí donde contaban las experiencias con los maestros, en el caso de los discípulos directos del linaje de Swami Sivananda. Y finalmente dormíamos a las 22:00.
Existían varias restricciones: la comida obviamente era vegetariana, pero adicionalmente en esta tradición no se aconseja la ingesta de cebolla y ajo, ya que pueden alterar el sistema nervioso, al igual que el café ☕️, té 🍵 y mate 🧉. Todo esto estaba prohibido 🚫, pero…
Teníamos un día libre a la semana, en realidad eran unas horas libres en el día, ya que debíamos estar en la meditación/satsang de la mañana y de la tarde, lo cual nos dejaba 10 horas libres. Ese día salíamos del bosque hacia la ciudad y ¿qué era lo primero que hacíamos? Adivinen ?!?!?! Tomar café en una linda cafetería 🙈 jajajaja y luego al cyber a hablar con la familia, recordemos que era el año 2008 y aún no existía el WhatsApp, ni Smartphone, y el wifi no recuerdo si ya era tan popular, así que tocaba esperar ese día para comunicarse con el mundo exterior.
Hacia los últimos días de la estadía, salíamos con los libros y pantalón de baño a la playa, así aprovechábamos en estudiar y disfrutar del mar y el sol.
Entre semana, después del almuerzo solíamos caminar por el bosque con algunos amigos, largas charlas, muchas risas. Adicional a las clases que recibíamos, también nos regalaban momentos como caminatas y visitas a la playa tipo 5:00 am, para ver el amanecer, fogatas al caer la tarde, meditaciones, prácticas, noches de estudio, ¡ah! Y rica comida, porque también nos consentían de tanto en tanto con una rica pizza, o un delicioso postre, jajaja, pero lo hacían con la intención de que sintamos en nuestro cuerpo, el efecto de dicha comida.
Voy a extenderme páginas y páginas contando las anécdotas de ese mes especial, pero lo iré haciendo de a poco.
Si tienes la oportunidad de irte a un retiro o a este tipo de cursos intensivos, lo recomiendo de verdad, más allá de que vayas a ser profesor o no; lo más importante es lo que vives allí, que si sabes aprovecharlo te servirá para toda tu vida.
Te seguiré contando…
Linda la experiencia, las anécdotas vividas brindan un gran aprendizaje, espero poder tener esa oportunidad algún día.
Si está en su camino, Dios dirá el tiempo en el que se dará esa oportunidad. 🙏🏼
Indudablemente son experiencias enriquecedoras e inolvidables. Me encantaría participar en algo así.